-El uno es un soldado, haciendo la excursión…
-No, la instrucción, que no te enteras…
-Las instrucciones no las hacen los soldados, ¿sabes? Las instrucciones son los papeles que vienen en las cajas… -respondió enfadado Ven (se llama Venancio, pero le gustan que le llamen Ven, como el de los alienígenas ése).
-Pero es que el uno no es un soldado, eso es sólo para nenes pequeños -se burló Samuel, (al que le gustan que le llamen Sal, porque le da más sabor que Sam, dice él, claro, que tiene más salidas que el metro).
-Pero tú no sabes más que mi seño, gafotas -respondió con un deje de tristeza porque no le gustaba que le recordase tan a menudo que era el más pequeño de la casa.
Bueno, aunque el más pequeño era Gauss, el perro. Le pusieron ese nombre por ser el perro más listo de todos los perros, sin lugar a dudas. Si será listo, dicen Sal y Ven, que cada vez que se acerca un extraño a la verja de la casa se presenta él mismo: “¡Gauss, Gauss, Gauss, Gauss!”
-No, tu seño sabe que el uno es el uno, siempre lo fue, un palito largo y otro corto, formando un ángulo agudo.
-¡Que no me hables más de ángulos que estoy en primero y no te entiendo nada! –protestó Ven cada vez más desconsolado y enfadado.
-Eso no es del todo cierto, Sal -intervino Mati que acababa de entrar en el salón.
-¡Hola, Mati! -dijeron los dos hermanos a la vez. Cuando ella llegaba, la diversión estaba asegurada y las discusiones se resolvían, porque eso es lo bueno de las mates, que no dejan lugar a dudas.
-Hola, chicos. ¡Wow. Estáis más altos! Bueno, pues como os decía, el uno no siempre ha sido como dice Sal, de hecho, en Japón el 1 se escribe así 一.
-¿Y el 2? –preguntó Ven.
-Pues 二 -contestó Mati.
-Es más fácil –dijo alegremente Ven.
-Bueno, si escriben el 1 en modo formal sería 壱, que ya no es tan fácil, ¿no crees? —siguió hablando la pelirroja— Además, escribir en japonés es mucho más complicado. Pero a lo que íbamos, a lo largo de la historia, el 1 tuvo diferentes representaciones. Para los egipcios, el 1 era sólo un palito en vertical…
-Sin an-gu-li-tos —dijo con retintín Ven, mirando de reojo a Sal.
-Sí, sin angulitos —continuó Mati— Para los babilonios y los sumerios, el 1 tenía forma como de embudo. Para los mayas y los aztecas, el 1 era un puntito.
-¡Qué punto! -añadió Sal que estaba alucinando con la historia y seguía las explicaciones con los ojos de par en par.
-… Los griegos de la antigüedad lo representaban con la letra α, los romanos con una I…
-Eso ya lo hemos visto en el cole, Mati -dijo Sal, arrepintiéndose interiormente de haber cometido esa imprecisión del angulito por haber olvidado la numeración romana.
Y Mati rellenó su pizarra mágica (la hacía aparecer y desaparecer según su antojo y criterio) con algunas representaciones más del 1 a lo largo de la historia y en distintas culturas.
-¡Cómo mola, Mati! Me gusta éste, es chuli chuli -dijo Ven apuntando con su dedito sobre la escritura del 1 en tamil.
-Pues a mí me gusta más el 1 europeo, que tiene angulito -remató Sal con ironía, guiñando un ojo a Mati, dispuesto a chinchar a su hermanito.
-Pero es que el 1 del angulito no es originalmente europeo —siguió contándoles Mati— Los números que usamos nosotros se conocen como números arábigos porque fueron los árabes los que los introdujeron en Europa, aunque en realidad proceden de la India, como el tamil que le gusta a Ven. Así, que filosóficamente, estáis de acuerdo.
Los dos niños se miraron y se sonrieron, porque siempre Mati y sus historias les ponían de muy buen humor.
-Bueno —aceptó con resignación nuestro gafotas— pero desde luego, el uno nunca fue un soldado, ¿a qué no?
-Pues… —dudó cómicamente Mati— verás , ¿sabéis multiplicar?
-Yo sí, yo sí —gritó con alegría Ven, y era verdad porque Sal le había enseñado.
-¿Cúanto es 1×1?
-Vaya, qué tontería… —se desilusionó Ven— 1.
-¿Y 11×11?
-Pues 11×10 es 110, porque sólo hay que añadir un cero, y más 11 más… —calculaba mentalmente Sal— 121.
-Muy bien, ¿y 111×111?
Ven se quedó serio, pero Mati le prestó su calculadora con un guiño, mientras Sal, muy digno, siguió calculando mentalmente:
-111×100=11100, tengo que sumarle 111×10 que son 1110, eso da…12210, más 111…son 12321, creo…
-Crees bien, y ¿1111×1111?
-Ay. Mati, me canso. Haz esa con la calculadora, Ven.
-1234321.
-¿Lo véis ya? —preguntó Mati
En la pizarra de la pelirroja estaba escrito:
1×1=1
11×11=121
111×111=12321
1111×1111=1234321-¡Wow! Cómo mola… —dijo Ven con sus ojos como platos.
-Entonces, ¿11111×11111 es 123454321? —preguntó Sal.
-Sí, muy bien, chicos.
Mati terminó de escribir
-Podríamos decir que los 1 fueron unos soldados que ayudaron a construir las pirámides —se burló Mati.
-Eso no es verdad –-gritaron, riendo, al unísono Ven y Sal, sabían que ella siempre ponía a prueba su espíritu crítico con alguna broma.
-¿Que no? ¿Y qué me decís de esta otra pirámide?
-Toma, es verdad, Sal, mira… —susurró Ven al oído de su hermano.
-Que no, Ven, mírala se está aguantando la risa…
-Pensadlo, chicos, tengo que irme.
Se despidieron de Mati y se quedaron pensando un rato, al cabo del cual Sal dijo muy, muy convencido:
-¡Lo que es seguro, se-gu-rí-si-mo, es que el 2 no es un patito!
Bueno, bueno, ahora os dejo a los pequeños lectores una pregunta, ¿qué pasa al multiplicar 1111111111×1111111111? ¿Se sigue verificando la regla?
Y sobre este tipo de números hay otra curiosidad.
Hasta pronto.
Mati
¡Es el segundo que leo y estoy flipando! Me ha gustado tanto que voy a leerlos todos en una hora.
Aparte de eso, la respuesta a la última pregunta planteada es… …¡no! es igual a 1234567900987654321.
Pero tengo una pregunta: ¿Cómo escriben los chinos el número uno?
Enhorabuena por la página Clara y Raquel.
Gracias